Ni rastro de George Clooney

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La tormenta ha pasado llevándose consigo árboles mal anclados en la tierra, tejados inamovibles durante decenios, coches aparcados en zona verde, familias con corazones rotos rellenos de impotencia, la claraboya de casa de mis padres y el complejo de superioridad humana que nunca se cansa de repetirnos que el hombre es el centro de la creación.
No. Nada remotamente parecido. Somos criaturas frágiles, encerradas en un mundo perfecto de purpurina y contra-chapado y que los fines de semana ingieren cantidades ingentes de alcohol que nos convierten en seres convencidos de poder hacer cualquier cosa.
Pero, ¿ qué podemos hacer ante la fuerza invisible del viento?. Nada. Esperar en el calor de nuestros hogares a que la tormenta pase y disfrutar del simple hecho de respirar.

La casa ha quedado malparada. El coche ha recibido unos cuantos perdigonazos procedentes del cielo y el avión que nos llevaba a otro lugar lo acabará haciendo con unas horas de retraso.
En Chile no dan crédito a lo que ven y mucho menos a los que necesitan dinero. La placa de Nazca se ha dado unos bailes y ha nacido la catástrofe. Francia vuelve a darse cuenta de que bajo los adoquines no hay playa y los bomberos se dejan la vida intentando salvar otras. Aún hay esperanza de encontrar supervivientes.
Sin embargo, los malnacidos de Goldman Sachs siguen haciendo contenedores de dinero en nombre del bienestar de la sociedad y los sucios políticos se parapetan detrás de sus conexiones para salir impunes y sin despeinar en la foto. A esos no les llegó y una miserable brisa.
Miro mi reflejo en el charco de mi calle. La familia bien, gracias, y yo apenas me he enterado de nada porque me encontraba absorto tocando solos de AC/DC.

El viento se ha llevado muchas cosas menos mi ridícula necesidad de escribir canciones y hacer disfrutar a los asistentes de una hora y media de puro Rat and Roll.
Ha sido una tormenta tan perfecta que al final ha acabado saliendo el sol. Por cierto, ni rastro de George Clooney y su jodidamente irresistible sonrisa.

“ A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza” Sandro Pertini

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