Un día más, un día más

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Ya está, el maldito despertador haciendo su trabajo otra vez. Las 7 y media. Me levanto. Calentamos agua a 85 grados en una taza y me lavo como un gato. Poquito jabón.
Ya en la calle noto el viento de Noviembre que nos molesta todos. En la entrada de metro está esa señora. Un día llegó con unos cartones y se instaló. Es su sitio y además su lugar de trabajo. Pide limosna y nunca abre la boca.
En el vagón de Metro oigo conversaciones entre palurdos. Hombres de negocios mirando el reloj. Pocos libros abiertos y muchos móviles siendo maltratados por rápidos dedos. Huele raro y hay sueño. Mucho sueño.
Cuento las paradas y abro bien los ojos, no sea que vaya a aparecer la oportunidad de mi vida en la siguiente.
De nuevo en la calle y en el carril dirección al trabajo. Otro cambio de ropa y asisto en primera persona a la pasarela de clientes. Una llamada de un número desconocido en el móvil. Al otro lado de la línea alguien que necesita ayuda y yo no se la voy a dar.

Las horas pasan. Me como la comida de la cantina. No está ni buena ni mala. El arroz con leche, sin embargo, está estupendo. Dentro de poco llegará la hora de salir de aquí. Un cliente más. Estoy fuera.

De nuevo en la calle. Ahora, con el sol desparecido y la noche precipitándose en la ciudad parece que es invierno. No lo es pero un camión bloquea la calle para instalar los adornos de Navidad. A pesar de la maldita crisis, habrá adornos y fiestas y cava y besos y resacas. Y fin de año.
Ya de vuelta en mi casa, paso el dedo por el suelo para asegurarme de que todo está suficientemente limpio. No quiero que nadie me moleste. De hecho, me gusta pensar que el tiempo se ha detenido y que yo estoy a salvo de todo entre estas cuatro paredes. La muerte, la vida, el amor, el sexo no tienen cabida aquí, en esta fortaleza.
Me bebo un vaso de leche con Nesquik. El frío líquido me atonta y me arrastro hasta la cama. Escrutinio cada palabra del libro de Carver que me espera siempre en la mesilla a la misma hora cada día. Ya es noche profunda. Apago la luz. Pienso en mi padre. Un día más. Uno menos. Ya veremos mañana.

"El mundo creado no es más que un pequeño paréntesis en la eternidad” Thomas Browne

The Greatest

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Últimamente me ha dado por pensar. Si, por aquello que no está de moda, por darle vueltas a cosas en las que ya había pensado pero por arte de magia, magik dirían algunos seres malignos, encuentro respuestas.
Son respuestas que están ahí, en los libros, en la calle, surcando las infinitas galaxias, en el espejo y sin embargo, debido a la insistencia de los medios de comunicación y aquellos que controlan el cotarro, nunca son una prioridad. Lo primero es hacer dinero, conseguir el respeto unánime y sobre todo no cuestionar los valores establecidos.

Ayer, de madrugada y revolviéndome en el confortable sillón de mis progenitores, fui golpeado por un documental llamado ”Facing Ali” y entre round y round lo vi claro.
Se trata de una poderosa sucesión de bocados de realidad a puños de algunos de los boxeadores que tuvieron el “ privilegio” de ser masacrados y de masacrar al que desde mi punto de vista, es el deportista más inspirador de todos los tiempos:
“I’m Young, I’m handsome
I’m fast,I’m pretty
They must fall, In the round I call”
Con todos ustedes: Gaseus Cassius, Muhammad Alí

Durante una hora y media nos hablan de este tipo que picaba como una abeja y bailaba como una mariposa y en cada frase, escupidas con enorme esfuerzo por sus maltrechas bocas, nos dan respuesta a muchas de nuestras preguntas.
¿ Por qué la gente vuelve siempre al ataque a pesar de los años? Para probarse a sí mismos que pueden hacerlo una vez más.
¿ Por qué merece la pena recibir golpes? Porque te enseñan el camino correcto.
¿ Por qué Alí fue el más grande? Precisamente por los golpes que nunca llegó a dar.

Jamás mentes tan deterioradas por el abuso de ese deporte fueron tan claras en relación a lo que es este cuadrilátero llamado vivir .Estaría bien llegar al decimoquinto asalto y escuchar ese precioso sonido emitido por la campana que dicta el final del viaje. Ese viaje que nos enseña aquello que de verdad importa. Para todos y cada uno de nosotros. No tiremos la toalla. Jamás.

“La vida es un juego. Pueden herirte y la gente muere en accidentes de avión y pierden las piernas y los brazos en accidentes de coches. Lo mismo ocurre con los boxeadores. Algunos mueren, otros son heridos y otros siguen. Solamente no hay que pensar que te ocurrirá a ti”. Alí

Felicidad

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Carlos vive junto a la vía del tren. Y no precisamente debajo de un puente. Su casa de madera saca pecho entre todos los chalets de piedra que miran al sol que, fiel a la cita, sale de detrás de las montañas cada mañana.
En su jardín florecen las rosas, maduran los manzanos y en primavera, el olor de los almendros inunda las instalaciones deportivas cercanas, que rompen el paisaje como un cuchillo que rasga la carne.
Se levanta todos los días antes del alba y recorre a pie y en compañía de sus perros los caminos que se pierden en infinitas curvas allá en el horizonte.
Cuando el hambre aprieta regresa a su casa a devorar el desayuno preparado por, “esa rumanita algo rebelde pero con un gusto extraordinario para la cocina.”
Con el medio día en el reloj, desciende a la inmensa parcela que rodea su casa. Se pone los guantes, se remanga la camisa cuidadosamente almidonada y carga la carretilla con un puñado de ladrillos. Solamente los mueve de un lado a otro de la finca hasta que el sudor y el paso del tiempo le avisan de que es la hora de comer.
Después lee, juega la partida con el cura y espera a que llegue el domingo para ir a misa.

Carlos tiene mucho dinero, tanto que desplazar ladrillos es la única actividad laboral que se auto impone todos los días. Tiene aquello que todo el mundo anhela y sin embargo no parece feliz. Al contrario, la imposibilidad de dar rienda suelta a su pasión le hace sentirse inseguro, insatisfecho e indefenso en un mundo que, para su desgracia, se extiende más allá de los límites marcados por la tapia de la casa.
Al verle en su enorme coche, escuchando música para aquellos que están solos, uno puede darse cuenta que el dinero puede convertir el hecho de estar vivo en un accidente.
Éste le ha protegido de las inclemencias del tiempo, le ha proporcionado comodidades a las que muy pocos aspiran, le ha secado el sudor de la frente y le ha hidratado sus manos de pianista. Sin embargo, no le ha dado el valor de salir ahí fuera a enfrentarse con una realidad a la que no se le dan bien los números. No es casualidad que los ricos acaben muriendo siempre solos.

“Rosebud ”
Ciudadano Kane

No vuelvo a comer pescado

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-¡ A ver a ver, abre bien la boca chico ¡- me pidió la doctora mientras situaba la lámpara de luz naranja lo suficientemente cerca de mi boca como para dejar en evidencia mi garganta.
-Ahí está, la veo. Está clavada entre la epiglotis y…-yo ya no la escuchaba. Me acomodé en el diván y esperé a que la señorita procediera. -Aquí la tienes-, me dijo mostrando la espina de pescado que me acompañaba desde hacía 1 hora. -¿La quieres?, puedes guardarla cómo hacen los críos con sus dientes.
-Mejor se la queda usted doctora. Ya he tenido suficiente- espeté mientras me incorporaba y volvía a sentir pasar el aire a través de mis pulmones.

Ni los 400 gr de miga de pan, ni los 10 vasos de agua ni la ayuda en vano de los colegas habían conseguido librarme de esa compañera que pasó del mar a la cazuela, de ahí al plato y finalmente a mi garganta. En el trascurso de esa hora yo pasé de tener un hambre feroz a recorrer los pasillos del hospital en búsqueda de ayuda, de encontrar miradas inhumanas de bedeles que detestan su trabajo, de la frialdad polar por parte de las secretarias de la recepción del hospital a la redención a través de unas pinzas.

Regresé a casa pensando en lo bien que está uno cuando está vivo y tiene la suerte de respirar el aire tóxico de Madrid. Nos van pasando cosas que se quedan clavadas en nuestras gargantas y que nos indican por qué parte del camino debemos de continuar andando. Somos frágiles, estamos expuestos a mil peligros a pesar de que creamos que podemos hacer y deshacer a nuestro antojo. Simples mortales que creen tener su vida bajo control.
Paso por delante del enorme ventanal de la sede de la Iglesia de la Cienciología. Me paro a observar mi propio reflejo en los inmaculados cristales. En el interior, un grupo de personas de aire melancólico buscan una razón para seguir viviendo. La respuesta la tiene un formulario de aptitud, previo pago de 30 Euros. Lo que sea con tal de tener una razón para seguir, con tal de encontrar una verdad que de sentido a todo.
Al final la única verdad que hay es que la distancia entre la vida y la muerte tiene el grosor de una espina de lenguado. Ni más ni menos.

“Sé que has venido a matarme.¡ Dispara, cobarde!, sólo vas a matar a un hombre.”
Encarando a su asesino, Mario Terán, un soldado boliviano. Ernesto " Che" Guevara

El vínculo que nunca se rompe

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Regresé a Madrid con una especie de tristeza clavada en el estómago y una enorme sonrisa rajando mi cara de este a oeste. El agente de aduanas revisó mi DNI y me vi a obligado a declarar una sola cosa: Había merecido la pena.

En el retrovisor, dos de los mejores días de estos últimos meses en compañía de esa mujer que me acompañó durante media década.....

Durante ese tiempo, con sus necesarios cambios de postura para hacer nuestra convivencia lo más cómoda posible, fuimos saltando obstáculos y compartiendo cervezas en Monmartre, cabreos en Temple Bar, canciones en Mikonos y rock and roll al ritmo de los labios de Steven Tyler.

Yo era ella, ella era yo, y al final los dos fuimos nada, ya que, algunas veces, quererse no es suficiente para estar juntos


Después de los últimos días que pasamos juntos, en los que las lágrimas acompañaron al pan y el vino se hizo vinagre para limpiarnos las heridas, las conversaciones se hicieron raras. Hablábamos sin querer hacerlo y entre los dos comenzó a crecer, como una bola de nieve, una rabia que manchaba todos y cada uno de los buenos recuerdos que teníamos. El duelo se imponía y para eso, nada mejor que la distancia.

....

Gracias a Jimi Hendrix, ella no vivía en Madrid y a fuerza de ver pasar los días sin tener noticias el uno del otro, esa rabia dejó de engordar.

Unos meses más tarde, la rabia salió por la puerta y no regresó, con lo que había llegado el momento de descolgar el teléfono y marcar el número.

No me había equivocado y de nuevo y sin poder explicar qué era lo que había cambiado, éramos capaces de hablar sin levantar la voz.

Al abrazarla en el aeropuerto supe que entre dos personas que se han querido tanto existe un vínculo que nada ni nadie puede romper. Aunque nos emperremos todos los días en hacernos daño.



Ahora yo soy yo, ella es ella y los dos somos algo que nada tiene que ver con ser una pareja o con esa horrible palabra en este contexto que es la de amigos. Estamos unidos, como Emilio Botín a la maldita codicia.


“ Sólo el amor convierte el milagro en barro”
L.Leon Gieco

Lo escrito....escrito está

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Definitivamente no estoy hecho para el bricolaje, las manualidades y todas esas mierdas que convierten un agujero en un lugar donde acomodarse y tener docenas de hijos.
Más aún, detesto utilizar mis dedos para algo más que no sea acariciar el cabello de mi guitarra. A pesar de los pesares, me debo a la causa. El efecto tiene resultados catastróficos.
Lo intenté. Intenté por todos los medios montar el halógeno en su respectivo marco y anclarlo al techo, pero el muy cabrón, conspirando con la ley de la gravedad, se reía de mi y decidía una y otra vez aterrizar en el suelo. Y claro, de tanto reirse, acabó rompiéndose. Adiós paciencia. Bienvenido cabreo.

¡ Maldita sea ¡! ¿ Por qué casi nunca las cosas salen como las planeamos?. ¿ Dónde están los electricistas cuando los necesitamos? ¿ Dónde puedo encontrar a gente que ponga a la música por delante de novias, tener una familia, futuro, estabilidad y cía?.
Ya no era yo, era mi furia la que soltaba parrafadas. Una detrás de otra. Mientras tanto, me dedicaba a recoger trocitos de halógeno a 1 euro cada uno. En total, 50 euros.

A pesar de todo, al rebuscar entre las grietas del enfado, me di cuenta de que poco a poco me estoy frustrando por no vivir mi propia vida y pretender vivir otra que quizás no me corresponda. La necesidad de encontrar gente que ame la música con locura y compartir con ellos lo que tengo dentro me impide disfrutar de lo que tengo.
Y tengo unas cuantas canciones para mostrar y muy poca gente interesada en oírlas. Tengo miedo de acabar tocando en grupos de versiones y de mirar hacia atrás pensando que nunca tuve mi oportunidad. Tengo miedo de que en unos años pueda tirar la toalla. Tengo miedo de no intentarlo con todas mis fuerzas. Tengo miedo y estoy cabreado.

Al escribir estas líneas recuerdo las palabras de alguien sin nombre ni rostro que aconsejaba no escribir llevados por el furor de la batalla. Demasiado tarde. Lo escrito....escrito está.

“ Cada golpe que nuestra ira descarga vendrá a caer seguramente sobre nosotros mismos ”. William Penn

Una vida, una casa

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Pasé muchos años compartiendo agujeros con varias personas, donde los maltrechos colchones valían para todo menos para dormir y todo eran espacios comunitarios. Nada de eso importaba. Llegar a casa suponía una sorpresa con forma de gente fumando, bebiendo o acabando el último cartón de leche y que secuestraban a una tranquilidad amordazada.

Nunca pensé en vivir en una casa bonita, con una cocina grande y donde la luz te molestara al atardecer. Ahora está ocurriendo. Cada día voy a ver el cadáver de mi antigua casa y me sorprendo al descubrir que una nueva está surgiendo en su lugar.
Los tabiques han cambiado de sitio, en el baño ya no es necesario desmontar el water para que la cisterna se llene y, por las ventanas, la lluvia ya no encuentra la manera de colarse dentro.
Lo mismo ha pasado conmigo durante estos años. He abierto huecos en mi vida que han sido llenados con cemento y tras eliminar mi capa de gotelé, la pintura nueva me ha dado un nuevo aire que, a pesar de todo, no puede tapar algunas cicatrices y esas prominentes arrugas bajo los ojos.

Una casa tiene tanto de uno mismo que por mucho que lo intentemos, no podemos sentirnos igual en otro lado. Volver a casa. Ese es el pensamiento estacionado en nuestra cabeza cada día después de acabar el maldito curro y a la vuelta de las merecidas vacaciones Sólo ahí podemos estirar las piernas, respirar y escuchar el "In the Wee Small Hours" en compañía de quién queramos. O mejor a solas.

Como nosotros, las casas van envejeciendo, las hortensias se secan al sol del verano y las golondrinas abandonan el nido en cuanto aprenden a volar.
A pesar de todo, si los pilares están bien anclados en el suelo, las casas aguantarán el paso del tiempo y los demás se acordarán de nosotros cuando ya no estemos por aquí.

" Primavera en el hogar. No hay nada y sin embargo hay de todo" Shiki Masaoka

Rock and Roll

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Las luces se apagan. La espera ha terminado y el tiempo deja de tener el mismo valor. Lo que viene a continuación ha estado precedido de resoplidos, nervios, de asegurarse que las cordones de las Converse están fijados con doble nudo y de que el móvil y la cartera están a buen recaudo en el fondo del bolsillo. Notas como la presión de la gente te retuerce el pescuezo y como todos y cada uno de los presentes comparten un objetivo común. Disfrutar de un concierto de Rock and Roll sin máscara de ojos. Nosotros y el Rock and Roll.


Se encienden las luces de nuevo y la primera nota ilumina la espera. Miles de personas se mueven al mismo compás y solamente tienes dos posibilidades. Brincar al ritmo de la masa o tirar la toalla y parapetarte cerca del surtidor de Mahou. Hoy he querido abandonar la retaguardia y decido frotar mi cuerpo contra el de los demás. Siento cómo me patean, cómo el aliento del gordo de turno me calienta la nuca, cómo mis piernas pueden a duras penas mantener el equilibrio en un lugar que funciona con las reglas impuestas por el compás de la música. Apenas puedo respirar y salto en busca del oxígeno que me permitirá aguantar la respiración un minuto más. Estoy exhausto pero no puedo dejarlo porque “Know your Enemy” me golpea en toda la nariz. Ya no sudo. Ahora toda mi piel está cubierta de una mezcla de arena, agua, cerveza y dióxido de carbono con forma de vapor. Tengo que aguantar.

Tras perder el control regreso a la realidad y busco el camino de vuelta a las trincheras. La tregua ha llegado. La música es mi guerra y probablemente el arma más poderosa que tenemos para conseguir olvidarnos de que el lunes todo volverá a ser jodidamente gris. Todo menos la idea de volver a alistarme en ese ejército llamado Rock and Roll.

“ La música nunca puede ser mala, digan lo que digan del Rock and Roll”
Elvis Presley

No eres Dios

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Carlos conducía plácidamente acompañado de su vástago y su chica. Carlos es un tipo grande, muy grande, y fiero, muy fiero, tanto que nadie ha sido capaz de moverle de su espacio en la tierra desde el día en que llegó a la misma.
Ningún obstáculo parece alejarle de su camino y de sus convicciones, que lleva marcadas a fuego lento. Es una roca y como tal, muy difícil de desquebrajar, incluso cuando el agua se cuela entre sus grietas.

Eso era cierto hasta que el otro día un mísero grano de polen estuvo a punto de acabar con todo en apenas unos segundos. Sufrió un colapso respiratorio por culpa de una alergia jamás tratada y el azar le condujo a esquivar el coche que circulaba plácidamente por el otro carril.
Todo acabó en la cuneta, en un reguero de sangre que brotaba de su nariz y en un “no sé que ha pasado”. Otro susto más con los que viene cargada la maldita y necesaria primavera.
Su vida no ha cambiado drásticamente desde aquel día pero durante unas horas algo le ha recordado, con unos golpecitos en el hombro, que es de carne y hueso y que su vida se encuentra siempre en el punto de mira de un tipo que anda escondido entre los tejados de esos edificios en ruinas. Tiene el arma cargada y siempre está listo para disparar.

Ninguno queremos que nos recuerden nuestra mortalidad a cada paso, pero no hay nada como ver la vida desde los ojos del César, que cada vez que entraba en la ciudad recientemente conquistada, era interrumpido de sus ensoñaciones por un enano, que al oído le repetía: “No eres Dios”.

“No quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo” Woodie Allen

Y tú, ¿ qué opinas?

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El sneak preview, o pase clandestino, es una práctica que lleva años realizándose en el mundillo del cine. Se toma una muestra de público diverso, se les forra de palomitas y Toblerones y, acurrucados en sus butacas de felpa, disfrutan de un pase privado previo al estreno de la película. En función de lo que sus cráneos privilegiados escupan después de este visionado, se mantendrá o alterará el argumento o determinados pasajes de la película cambiarán.



Miguel Pita, director y guionista del video “Extraños en un tren”, tuvo la idea de recoger las opiniones de unas jovencitas y otras no tanto , que vieron el video antes de su montaje definitivo. Todas ellas no habían tenido el placer de conocerme previamente por lo que respondieron sin complejos.

Estas son sus respuestas, sin aditivos ni colorantes, ante la pregunta: ¿ Qué clase de persona intuyes que es el cantante?



Mujer, 34 años: soñador.

Mujer , 20 años: sensible.

Mujer, 60 años : un chico blando, pelín pesado.

Mujer 24 años: cantautor enamoradizo, con miedo actuar ante un “no” por respuesta.

Mujer 22 años: un tipo normal.

Mujer, 25 años: un músico bohemio, medio desastre.

Mujer, 22 años: un poco tímido, opino que no le costará ligar. Tal vez mayor para ese rollo ligón.



Y tú, ¿ qué opinas?. No os cortéis un pelo y dadme verdades como puños. A la respuesta más original le invito a un pedo gastronómico en el SIDI. Palabra de RAT, ese tipo bohemio, pelín pesado y un poco mayor para ese rollo ligón.


“La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad” Francis Bacon

Mortales y los otros

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Siempre ha habido clases y clases. Ciudadanos de segunda y otros que apenas tocan el suelo con sus dedos gordos del pié. Ambos comparten el mismo genotipo pero su ADN es diferente. Ambos son amasijos de carne, yendo al W.C. varias veces al día y bombeando sangre 70 veces por minuto hacia sus maltrechos corazones, pero existe un elemento diferenciador que sitúa a unos en la cima y a otros en las alcantarillas.
Tatchan!!!!! El jodido dinero y el poder que este papel sobado otorga a su portador.
Parece ser que aquellos que lo poseen son individuos intocables, una especie de monarcas elegidos por la gloria de Dios, y cuyo diccionario no incluye la palabra NO.
Olvídate de lo que estás haciendo, es íntimo del director y posee una fortuna incalculable. Sal ahí y saca tu lengua para complacer todos sus deseos- se oye por los burladeros empresariales a su paso.


Empujados por esa responsabilidad irreal, uno, que no deja de ser un simple asalariado por una actividad destinada a los bufones de la corte, se acerca a esos semidioses con la sensación de que cada palabra es determinante para mantenerlos contentos.
La sensación se hace incluso dolorosa cuando llega el momento del no.
-No, no nos queda- está considerado como un ultraje, una ofensa personal contra estos manitús que lo quieren todo aquí y ahora y si no hay, pues lo pintas.
Todo empeora cuando, mirando a tu alrededor, la admiración hacia ellos se puede rajar con un cuchillo. ¿Admirarles por tener dinero?. Creo que me he perdido.....
Yo admiro a Bukowsky, Ginsberg, Hendrix, Morrison, Basquiat, Rimbaud y un largo etcétera de negros, maricones y drogadictos que fueron rechazados de pleno por esta jerarquía de adinerados. Ellos no frecuentaban las fiestas bañadas con Cristal, y casi siempre olvidaban sus carteras en la barra de un bar, pero desde sus alcantarillas observaban todas las noches las estrellas.

“ El dinero no es nada, pero mucho dinero, eso ya es otra cosa” George Bernard Shaw

Le llaman Rufus

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Llevaba tiempo buscándolo. Removí Roma con Las Vegas y miré debajo de la cama si por una casualidad allí aparecía. Pero, como cuando llega el amor, lo encontré en un teatro con aroma a circo. Le llaman Rufus y le apellidan con el impronunciable Wainwright. Es músico y el miércoles si hizo acompañar por un piano de cola y un largo vestido que recordaba a la bruja mala de la Bella Durmiente.

Ahí estaba él, con los ojos cerrados y solicitando que nos guardáramos las palmas de las manos en los bolsillos entre canción y canción, por aquello de no romper la magia.
Madre mía, otra vez un tipo que se toma demasiado en serio- pensaba mientras me recostaba en mi potro de tortura y apoyaba mi cabeza sobre el respaldo del vecino de enfrente.
Fueron 30 minutos de silencio roto por sus canciones y el color negro del escenario. No hubo gestos, ni el mínimo contacto con su audiencia. Tocaba para él y nadie más.
Llegó el fin de la primera parte. Una cerveza a medias y sonaba la campana que daba inicio al segundo pase.
En el escenario, Rufus, pero distinto del que acabábamos de ver tocado con plumas.. Ahora sonreía, contaba historias, se equivocaba, se acordaba de su madre, fallecida apenas unos meses. Tocaba para todos y cada uno de nosotros. Era humano, frágil, simpático, espontáneo, en las antípodas del primer Rufus.
Fue ahí cuando me di cuenta del hallazgo. Era la primera vez que veía dos caras de un mismo músico tan opuestas y a la vez tan complementarias. Dos caras que pueden ser dos caretas pero al mismo tiempo tan reales como la que tiene cuando se toma la última en algún bar de la 5ª Avenida de NY.

Todos tenemos muchas caras, dependiendo del segundo en el que estemos, pero pocos somos capaces de mostrarlas públicamente y convencer a todos de que lo que allí ha pasado a sido algo real. De nosotros depende.

Un viejo estaba hablando con su nieto. Le decía:
- "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión".
El nieto preguntó:"Abuelo, dime, Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?. El abuelo contestó:-Aquel que yo alimente"
Proverbio Indio

EL eterno retorno

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23 años y una historia similar separan y unen estas dos fotos. El alma del Boss fue robada a la salida de un concierto con la E Street Band, en un periodo en el que éste fue condenado legalmente a no poder grabar y a tocar compulsivamente para no morir en el intento. Ya en el 76, su eterno secuaz Little Steven le cubría las espaldas en todos sus shows y en esta foto hace lo propio. A la derecha del padre, los afortunados que esperan la salida del último gran icono americano, entonces un tipo con pinta de camionero adolescente.

23 años más tarde la imagen se repite, cambiando las calles de Nueva York por las de Madrid. Ahora es el Vanity Fer quien desafía a la cámara con su pose de Jesucristo agitanado. La misma mirada, la misma intensidad y el mismo cuero negro protegiéndole del invierno de la Gran Vía. A su diestra, Rat y su cara de galán forzado y algo tocado tras haber expiado sus demonios en uno de sus últimos conciertos en la capital.
Completa el flashazo un diamante pulido y borracho de talento y generosidad llamado Pablo y una puta rumana con cara de iros al infierno.

23 años son muchos y al mismo tiempo son nada. Seguimos teniendo la suerte de salir a al calor de la noche tras un concierto y seguir desafiando al destino todos los días en busca de aquello que más deseamos. Da lo mismo que todo esté en nuestra contra y que sólo contemos con la ayuda de un puñado de amigos dispuestos a hacer cualquier cosa por unas cervezas y un pincho de tortilla. Mientras haya fuego en la mirada de alguno seremos capaces de repetir esta fotografía cada cierto tiempo.
El final será distinto y otros actores interpretarán a los personajes pero la historia será la misma día tras día, año tras año, repitiéndose en un eterno retorno.


"Evidentemente, la vida es un largo proceso de deterioro"
F. S. Fitzgerald

Ellas caminan a paso lento

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Ellas caminan con el paso lento y la conciencia tranquila. Se mezclan con el bullicio de la estación de metro, con los sonidos de trenes cuyas tripas van cargadas de mujeres solteras, de hombres rudos de manos hinchadas por el frío y de estudiantes que esa mañana no asistirán a la fuerza a la escuela. Ellas caminan con el paso lento y la conciencia tranquila. Tienen una razón para vivir y otra para morir. Sus corazones laten al mismo ritmo, un ritmo marcado por el odio hacia un gobierno absolutista y opresor, que envió a sus hijos y maridos al cadalso. Son la imagen del horror pero nadie lo sabe. Ellas caminan con paso lento y la conciencia tranquila. Al igual que los trenes, esconden un pasajero abrazado a sus cinturas. Cinturones cargados de explosivos. Dudan, quieren echarse atrás, huir de sus vidas, correr, levar esa carga y mojarse los pies en la orilla del mar.
No pueden, el odio es más pesado que el cemento y alguien tiene que pagar por esos crímenes. Hace frío y sin embargo, sus cuerpos arden porque el momento se acerca. Se miran la una a la otra y sin decir nada saben que el momento ha llegado.
Nadie se acordó nunca de ellas. Al menos la gente no olvidará un día como el de hoy.
Por fin descansarán. Caminan un poco más. Su conciencia está tranquila porque hacen lo correcto. Llegan al punto elegido para apretar el botón que activará el mecanismo. Ahora podrán acurrucarse entre los brazos de sus maridos caídos, de sus hijos sacrificados. Sus dedos palpan en la oscuridad la hebilla del cinturón. Cierran los ojos y cumplen su promesa. Silencio.

Ya está. Es el horror. Ahora están en paz y el mundo en guerra.

“Todas las guerras, desde el principio de la civilización, se hacen con sangre, son iguales, sólo son diferentes las explicaciones” Samuel Fuller

Una habitaciòn vacia

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Me dijo que tenía que marcharse por culpa de una urgencia en el hospital. Era una noche especial para ella y su chico, que desde hacía tiempo llevaban muy mal lo de vivir a cientos de kilómetros de distancia. Era la noche perfecta.
Hotelazo con vistas en el centro de Madrid, restos de Moët & Chandon en las copas y varias horas por delante para olvidarse del mundanal ruido.
Las enfermeras no podemos decir que no dijo entre dientes mientras firmaba la factura de 3 dígitos. No quiero que pague él mañana por la mañana. Una pena.

Ahí quedó. Otro ser humano más al que la responsabilidad laboral le saca un cuerpo de ventaja a la relación sentimental.
45 minutos después reaparecía por la puerta. Gotas de sudor en su frente debido al carrerón de vuelta desde el hospital. Había conseguido cambiar el turno con una compañera y ahora si que podría exprimir la noche en brazos de su hombre.
Desparece rápidamente en dirección a su habitación. Tan rápido como salió de mi vista vuelve a reaparecer como en un número de magia. La sonrisa que desbordaba su cara al atravesar la puerta giratoria ha desaparecido. Está absolutamente rota.
-Se ha ido, no está en la habitación. No contesta a mis llamadas. Ha apagado el maldito móvil. ¿Cómo es posible?

Tuve ganas de decirle que entonces no merecía la pena luchar por ello, que no se preocupara, que las personas se encabronan sin razón, que es difícil sobrellevar una relación en la que el otro está sujeto a los caprichos de horarios locos, que quizás habría salido a por tabaco, que.....Nada salió de mi boca.
Recogió su enorme decepción y arrastrándola `por el suelo despareció del hotel, dejando un reguero de lágrimas en su camino. Otro corazón roto en la ciudad.

“Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacíaGabriel García Márquez

La verdad de la mentira

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No puedo evitar que me guste. Es algo superior a mí. Debido a mi falta de inspiración, además de a mi falta de otras cosas más saludables, me dedico a explorar territorios desconocidos como el Chat. Ahí uno tiene la suerte de no saber a lo que te enfrentas.
Puede ser que la persona “al otro lado” corresponda con la foto que tienes en la pantalla. Puede que no. Puede que sea una mujer. Puede que no. Puede que sea menor de edad. Puede que no. Así sucesivamente hasta sentir el precipicio a unos centímetros de tus pies, pero con la sensación de vértigo absolutamente controlada. Me explico.
2h00 de la madrugada y una “fans” escribe por el Messenger del todopoderoso Facebook.
( N.d.r: Se mantiene la identidad de los participantes en el más sincero anonimato. Rat no es Rat y la chica tampoco)....

-Hola guapo.

-Hola- respondo mientras furtivamente voy a su perfil para ver de quién se trata. (Es un amigo, corroboro en la pantalla).

-Me encanta tu música.

-Ahh, muchas gracias. ¡¡¡¡Vente al próximo concierto el 9 de Abril en Siroco!!!.

-Eres muy guapo......oye, ¿te gustan los regalices?.

-Ehhhhh- balbuceo.-¿ Regalices?.

-Si, duros o blandos.......jejejeje. Bueno, rojos o negros.

-Joder.... -me digo a mi mismo mientras compruebo que la fecha de nacimiento de esa persona es 1995.

-A mi me gusta más el duro- contraataca al más puro estilo Mickey Rourke.

-Dios......., ehhh, uuhhhh- sigo balbuceando-. Ya no me acuerdo, hace mucho tiempo que no cómo regalices.....Mira, no tengo inspiración esta noche, me voy a escribir.

-A ver que sale guapo....si necesitas inspiración.

-No puedo cortar esto de golpe- me digo a mi mismo- porque el músico depende de la gente y quizás, si la envío al infierno, no comprará mis discos y no vendrá a los conciertos, y... Me debo a mi público.Muchas gracias. Es muy tarde me voy a la cama.

- ¿Quieres compañía?.

-Ehhhhh, ohhhh, no gracias.( Sudores fríos).Encantado. Un placer. ( No¡¡¡¡, no digas eso........)

-El placer es mío, bombón

Fin de la conversación. Me levanto de la silla, noto mis axilas trabajando a pleno rendimiento. Espero que estas líneas no caigan nunca en manos de la Policia.


“La verdadera verdad es siempre inverosímil”
. Dostoievski

Memento està en tu piel

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Hace años que vengo practicando patológicamente un ejercicio de nostalgia con consecuencias demoledoras. Es simple. Guardo la mayor parte de e-mails en una carpeta y los voy acumulando durante varios otoños. En el momento en que el servidor comienza a estar tan gordo como Mo’nique, me instalo confortablemente en mi silla, respiro hondo y me lanzo como un kamikaze a remover las aguas del pasado.
Se trata de cosas que se suponían olvidadas, guardadas en cajas llenas de polvo, pero cuando las lees te lanzan golpes duros y a la encía, cuando no al corazón.

Ahí está Raquel, una americana de ojos azules y labios más rojos que las cerezas, que prometió volver a verme al regresar de Moscú. Nunca lo hizo y yo la esperé durante días hasta que la memoria se encargó de enviarla al Gulag del olvido.
Puedo prometer y prometo que no había pensado en ella desde hacía mucho tiempo. El único vínculo entre los dos se reducía a los discos de Bob Dylan, en el que me inició en esa época, y para ser sincero, de no haber abierto ese e-mail furtivo, ahora estaría hablando de mi incapacidad para encontrar un productor para mi próximo disco.
Pero no. Lo hice y todavía tengo los carrillos colorados después de leer esas líneas donde la necesidad de volver a verme se acostaba con la pérdida de los vuelos de vuelta a casa.
El olvido no ha podido con esta historia y en mi cabeza se arremolinan imágenes de Leonard en Memento y su necesidad de tatuarse el pasado en todo el cuerpo.
Es cierto que el pasado deja marcas visibles en nosotros pero muchas de ellas se perdieron en algún rincón de nuestra memoria. Nos olvidamos de cosas buenas y malas, pero cuando las recordamos están tan frescas como el pescado recién llegado a Merca-Madrid.
Raquel está hoy tatuada en mi cabeza y mañana por la mañana, cuando me mire al espejo, habrá desaparecido de nuevo y estoy seguro de que para ella ya no seré ni siquiera un recuerdo, ni siquiera un e-mail, ni siquiera el Spanish boots of Spanish Leather.

“ No sé como voy a cicatrizar si no siento el paso del tiempo” Memento.

S de Sexo

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Debe ser fruto de los días, semanas, casi meses, viendo llover o quizás el simple hecho de ver como la naturaleza se rebela contra la tiranía del hombre pero el sexo mueve tantas vidas como un terremoto de nivel 9 en la escala Richter.
Las “teenagers” en el metro se llenan la boca con sus escarceos con feos, mientras vacían sus minis de plástico, y los empresarios del mundo del porno nadan en la abundancia con la misma facilidad que tienen los chavales para volver solos a casa después de una larga noche.....
La vida transcurre con ciertos sobresaltos seguidos de momentos inolvidables que acaban siempre en el mismo saco que aquella noche que pasasteis juntos y fuisteis sorprendidos por el amanecer. Desnudos, claro.

EL sexo está en la calle, en los pasos de cebra de la Gran Vía, en la cola del DIA y sobre todo en lugares que poco o nada tienen que ver con una cama recién hecha.
El sexo va pegado a la vida como una lapa y sin embargo recibe las críticas de aquellos que sólo lo practican por motivos reproductivos.
Puede ser tan intenso como escuchar el “Grace” de Jeff Buckley o el“Aenima” de Tool, tan decepcionante como el último disco de Bunbury o de Aerosmith y tan pegajoso como una melodía de las Supremes.
A veces el sexo refleja la personalidad de aquellos que lo practican. Aburrido y tedioso como la vida del funcionario, salvaje y sudoroso como la del vendedor de helados de la playa de Benidorm, pío y puro como la vida de Monseñor Escrivá de Balaguer. Otras veces poco a nada tiene que ver.
La niña modosita que camina mirando al suelo encuentra su lado artístico y desinhibido entre las sábanas de alguno y el capitán del equipo de rugby, monumento a la testosterona, necesita de la pastilla azul para pasar el corte.

El sexo es siempre una sorpresa, un coñazo, una experiencia que te transporta como el mejor de los solos de Miles Davis, un trámite, es pecado, es bueno para la piel y uno de los grandes misterios de este mundo.

“ El sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía es una de las mejores” Woody Allen.

Ni rastro de George Clooney

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La tormenta ha pasado llevándose consigo árboles mal anclados en la tierra, tejados inamovibles durante decenios, coches aparcados en zona verde, familias con corazones rotos rellenos de impotencia, la claraboya de casa de mis padres y el complejo de superioridad humana que nunca se cansa de repetirnos que el hombre es el centro de la creación.
No. Nada remotamente parecido. Somos criaturas frágiles, encerradas en un mundo perfecto de purpurina y contra-chapado y que los fines de semana ingieren cantidades ingentes de alcohol que nos convierten en seres convencidos de poder hacer cualquier cosa.
Pero, ¿ qué podemos hacer ante la fuerza invisible del viento?. Nada. Esperar en el calor de nuestros hogares a que la tormenta pase y disfrutar del simple hecho de respirar.

La casa ha quedado malparada. El coche ha recibido unos cuantos perdigonazos procedentes del cielo y el avión que nos llevaba a otro lugar lo acabará haciendo con unas horas de retraso.
En Chile no dan crédito a lo que ven y mucho menos a los que necesitan dinero. La placa de Nazca se ha dado unos bailes y ha nacido la catástrofe. Francia vuelve a darse cuenta de que bajo los adoquines no hay playa y los bomberos se dejan la vida intentando salvar otras. Aún hay esperanza de encontrar supervivientes.
Sin embargo, los malnacidos de Goldman Sachs siguen haciendo contenedores de dinero en nombre del bienestar de la sociedad y los sucios políticos se parapetan detrás de sus conexiones para salir impunes y sin despeinar en la foto. A esos no les llegó y una miserable brisa.
Miro mi reflejo en el charco de mi calle. La familia bien, gracias, y yo apenas me he enterado de nada porque me encontraba absorto tocando solos de AC/DC.

El viento se ha llevado muchas cosas menos mi ridícula necesidad de escribir canciones y hacer disfrutar a los asistentes de una hora y media de puro Rat and Roll.
Ha sido una tormenta tan perfecta que al final ha acabado saliendo el sol. Por cierto, ni rastro de George Clooney y su jodidamente irresistible sonrisa.

“ A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza” Sandro Pertini

Yo contra el ordenador

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Las 11h38 de la mañana. Apenas unos minutos levantado y una sensación de años y años viviendo recorre mis manos. El estómago dando vueltas por culpa de ese maldito Rusty Mediterráneo de medianoche en el Vip’s. Tengo frío pero no merece la pena rebuscar en el armario ese maldito chándal. Ella se lo llevó todo.

Me cercioro de que los discos de Morphine y Black Crowes aún deambulan por la estantería del despacho y de que a pesar de los avatares con los cacharros eléctricos, el ordenador aún respira.
Spotyfy ha salvado las mañanas de mucha gente hasta que a los directivos de esta empresa les dejen de cuadrar las cuentas, digo en voz alta mientras miro mi propio reflejo en la ventana.
Me aplasto en mi silla de diseño Italiano que nunca se deforma y atrapo el ratón con mi mano mala. No se mueve. Mierda, otra vez se ha desconectado. Me toca echar un primer plano a las vergüenzas del ordenador, ahora encajonado en mi mesa IKEA, eso sí, edición limitada.
Se trata de un mueble en el que sólo hay un agujero lo suficientemente grande para la torre del ordenador y los cables, que se deslizan como pequeños tendones a lo largo del suelo de la habitación. Me doblo, me contoneo, desbloqueo mis clavículas para volver a conectar el jack rebelde. No atino. Apenas hay espacio para mi y ese objeto que desprende un calor artificial que se te pega a la cara como las cremas de protección 50.
Otra vez. Se me cae. No lo encajo y fuerzo mi cuerpo un poco más en el cubículo. Por fin. Ahora está dentro y debo salir al exterior. Upps. Lo intento, me giro y caracoleo para sacarme de encima este amasijo de cables. No puedo. Hace calor. Me revuelvo un poco más y se me clava el muelle de la puerta en el espinazo. Lo confirmo. Estoy atrapado. Al menos hace calor y mi hermana regresa a casa en unas horas. Rodeo con mis brazos el ordenador y pienso en que es una suerte que estos muebles se desmonten con tanta facilidad. Ya no me resisto Resoplo. Una sonrisa raja mi cara. Nunca me encontré tan cerca de la tecnología.

“ Todas las piezas deben unirse sin ser forzadas. Debe recordar que los componentes que está reensamblando fueron desmontados por sted, por lo que si no puede unirlos deber existir una razón, Pero sobre todo , no use un martillo” Manual de mantenimiento de IBM, año 1925.

No intentes doblar la cuchara

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“No lo intentes, es imposible Neo....en lugar de ello intenta darte cuenta de la verdad.....la cuchara no existe”.

Estas palabras, salidas de la boquita de un niño mitad buda- mitad enfermo terminal, iban destinadas a un atónito Keanu Reeves en la ya clásica Matrix.
En un principio no presté atención al pasaje, de hecho, me pareció la típica escena orientada a esos gafa-pasta que diseccionan las pelis como si se trataran de piezas colgadas en los frigoríficos de los mataderos. A mí me gustaban las escenas de desdoblamientos y puñetazos a la velocidad de un recorte de plantilla y nunca me detuve a realizar segundas lecturas sobre ello.

Fue a raíz de una conversación con un gran amigo, francés para más datos, que todo cambió. Porque a veces determinadas personas amplían nuestra percepción de las cosas.
No es que te influyan de tal manera que tu vida da un vuelco de la noche a la mañana, pero si que consiguen que tu mente, centrada en la dirección que toman tus pasos, tenga conciencia de que existen múltiples realidades a tu alrededor, tantas como seres humanos dotados con un corazón.

-Eso significa que no existe una sola realidad mi querido Rat- me aseguró este colega, mientras yo le miraba con una expresión entre vete al infierno y continúa, que no entiendo nada.
-Entonces, ¿ mi vida va cambiar al saberlo ?-, traduzco directamente del francés.
-No, simplemente ahora tienes más variables en cuenta a la hora de mirar a tu alrededor y eso, mon ami, es la recompensa por vivir.
- Joder.........- solté en perfecto español.

Hoy, 17.02.10, sigo doblando cucharas y cuerdas del 0.9 con la misma facilidad que antes, pero sé que determinadas personas que cruzan la carretera por la que circulamos pueden abrir nuevas rutas que esperan ser exploradas.
Próxima parada: el Ikea. Ando corto de cucharas.....

" Si ves un agente francés, corre" Trinity

Vaselina

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Hace meses escuchaba atentamente el interminable torrente de palabras y experiencias de mi tía Carmela.
Además de nombrar la infinitas maldades de los gobiernos de turno y dar un repaso inmisericorde a la geografía social de este país, comentó algo que me llamó la atención.
Fíjate niño- soltó mientras apuraba su n-ésimo cigarro- cómo nos ha dado por evitar llamar a las cosas por su verdadero nombre, en un intento de sonar civilizadamente correctos. Los basureros, donde se acumulan los desechos y pastan los buitres, son ahora Puntos Limpios. Los ejércitos se van de excursión a lugares fuera de la vista de Dios y bajo la mirada de los Maestros de la Guerra, con una flor en sus fusiles y una leyenda que reza: Misión de paz.
Incluso el mercado del Rastro ha perdido su lado crudo y pocos saben que su nombre se debe a las curtidurías instaladas en esa parte de la ciudad, de donde llegaban los bichos procedentes del matadero dejando un rastro de sangre - añadí yo para demostrar mis conocimientos wikipédicos y mi incapacidad para llegar a su altura.

Hablar con ella siempre rima con aprender algo nuevo y supone ver las cosas desde un punto de vista real, mirando al toro de frente y sin emplear sinónimos que añadan vaselina a nuestros argumentos.

En la música existe un problema parecido que se ha ido agravando desde la llegada de aquel niño rubio de ojos inmensos y un talento aún mayor. Su nombre era Kurt Cobain y él solito se encargó de enterrar la figura del músico que por encima de todo quiere ser popular y llenar estadios. Después llegaron Facebook y MySpace donde todo es políticamente correcto por miedo a que comentarios honestos te cierren las puertas de nuevos amigos.

El mundo está conectado en red y la vaselina se impone para que todo pueda ser asimilado sin problemas, no vaya a ser que mostremos la cara mas dura de la realidad en un descuido.


“ El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio. Si puedes simular eso, lo has conseguido.”
Groucho Marx

A.M.I.S.T,A.D.

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2 días de rodaje, 60 bocadillos de chorizo, una tonelada de risas, 400 gramos de paciencia ininterrumpida, dos ojeras derribadas a base de Fotoshop, muchas ganas y 15 años de amistad se han materializado en un video, el resultado HD de que el dinero no siempre es el motor de las cosas y sobre todo de las cosas bien hechas.
Para un tipo que lleva arrastrando una guitarra desde aquellos tiempos en que su nuca fue tocada por el rock, en forma de letras de AC/DC, supone la prueba de que las historias más personales acaban siempre salpicando a aquellos que han compartido con uno la experiencia de hacerse mayor.
El tiempo ha transcurrido igualmente para todos. Imparable, impredecible, asestando guantazos a su paso y empujándonos como un portero de discoteca hacia caminos muchas veces antagónicos. A pesar de ello, y con unos añitos de más, no ha podido convertirnos en los habitantes de Babel y seguimos hablando el mismo idioma.
Unos han perdido pelo, otros el tiempo, los menos han censurado mi búsqueda de la canción mayúscula y los más no han parado de decirme que no pare, que no desista y me han ofrecido aquello que nos ha hecho diferentes y sin embargo amigos: tiempo.
Hoy no he parado de pensar en lo sólo que se siente uno intentado llevar a buen puerto esa ruta suicida que es la de la música en España.

Componer las canciones a la luz de una bombilla, tocar la guitarra acompañado de la sola presencia de las estrellas, gastar el dinero ganado en tus propias canciones y limpiar el sudor derramado en el cuadrilátero con la ayuda de una bayeta cargada de sueños. Todo eso se ha producido siendo observado por la delgada compañía que proyectaba mi sombra Sin embargo, nada de eso sería posible sin embaucar a tus camaradas, que te ofrecen una pequeña ayuda en forma de : “ tranqui, no me debes nada, sólo invítame a unas cañas.”
A todos los que estuvieron y a los que se lo perdieron por culpa del Madrid...... `¡ qué coño, ya lo sabéis !!

“ La amistad es el amor, pero sin sus alas”
Lord Byron

Bailando con la mediocridad en el Charada

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Esta bonita palabra lleva siglos extendiéndose por el torrente sanguíneo de este maldito mundo en crisis. Da igual a donde mires, estamos rodeados de ella y conseguir un salvavidas para mantenernos a flote es realmente complicado. Incluso un servidor, escribiendo estás líneas, acaba pegándose con ella y recibiendo puñetazos en el hígado. Nadie está a salvo.Todos los creadores han tenido que lidiar con este toro en algún momento y hace un par de días, sumergido en burbujas de un pedo nocturno, tuve la oportunidad de bailar al compás del ritmo que marcaba.

La escena se produjo en el Charada, uno de los garitos de moda de Madrid y que ha tenido la gran idea de celebrar una fiesta los miércoles por la noche, alejándose 48 horas en el tiempo de los fines de semana nocturnos que acechan a esta ciudad.

Chicos guapos, chicas de esas que te obligan a darte la vuelta, suspirar y maldecir al tipo con el que van acompañadas, peinados gestados a base de kilos de tiempo y gomina y luces que te devuelven a las páginas de Akira.
Yo a lo mío, mirando, remirando, escuchando el Fear of the Dark atronando los oídos de estos cachorros que no saben quién es Bruce Dickinson y alucinando con lo mal que lo hacen los pinchadiscos.De pronto me doy cuenta que hay algo que no cuadra. La gente se sube por las paredes, recoge el sudor en vasos de tubo y pierden el control al ritmo del vertiginoso ritmo marcado por los DJ’s, por llamarles de alguna manera. Me giro y le grito en la oreja a un chaval a mi lado.- Oye, ¿ qué mal lo hacen no?.
Esperando una castellana en la esquina derecha de mi mentón, el tipo asiente y me grita: - Si, son malos, todo el mundo lo sabe pero, ¡¡¡ tienen actitud!!!.
Bajo esta sábana se esconden siempre todos aquellos que no saben hacer bien las cosas y que, a pesar de todo, salen a la palestra haciéndose pasar por Maestros de Ceremonia.
La gente compra, yo observo la escena, vuelvo a maldecir a un modelo que agarra las caderas de una doble de Betty Page y me pregunto si tantas horas de estudio valen para algo en un mundo donde por encima de todo se valora la actitud sobre las cosas hechas con la cabeza, el corazón y los testículos. ¿Cuando me tocará a mí?

“ La caldera le dijo a la sartén: Apártate de mí, cara sucia.” Cervantes