Vaselina

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Hace meses escuchaba atentamente el interminable torrente de palabras y experiencias de mi tía Carmela.
Además de nombrar la infinitas maldades de los gobiernos de turno y dar un repaso inmisericorde a la geografía social de este país, comentó algo que me llamó la atención.
Fíjate niño- soltó mientras apuraba su n-ésimo cigarro- cómo nos ha dado por evitar llamar a las cosas por su verdadero nombre, en un intento de sonar civilizadamente correctos. Los basureros, donde se acumulan los desechos y pastan los buitres, son ahora Puntos Limpios. Los ejércitos se van de excursión a lugares fuera de la vista de Dios y bajo la mirada de los Maestros de la Guerra, con una flor en sus fusiles y una leyenda que reza: Misión de paz.
Incluso el mercado del Rastro ha perdido su lado crudo y pocos saben que su nombre se debe a las curtidurías instaladas en esa parte de la ciudad, de donde llegaban los bichos procedentes del matadero dejando un rastro de sangre - añadí yo para demostrar mis conocimientos wikipédicos y mi incapacidad para llegar a su altura.

Hablar con ella siempre rima con aprender algo nuevo y supone ver las cosas desde un punto de vista real, mirando al toro de frente y sin emplear sinónimos que añadan vaselina a nuestros argumentos.

En la música existe un problema parecido que se ha ido agravando desde la llegada de aquel niño rubio de ojos inmensos y un talento aún mayor. Su nombre era Kurt Cobain y él solito se encargó de enterrar la figura del músico que por encima de todo quiere ser popular y llenar estadios. Después llegaron Facebook y MySpace donde todo es políticamente correcto por miedo a que comentarios honestos te cierren las puertas de nuevos amigos.

El mundo está conectado en red y la vaselina se impone para que todo pueda ser asimilado sin problemas, no vaya a ser que mostremos la cara mas dura de la realidad en un descuido.


“ El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio. Si puedes simular eso, lo has conseguido.”
Groucho Marx

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