El viaje a ninguna parte

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Me dijo que necesitaba largarse, poner tierra de por medio, mandar al infierno al capullo de su novio y ese trabajo de 9 a 5 que le secaba. Quería escribir una nueva página en su libro y cargar, bayoneta en mano, contra todo aquello que nos imponen en esta sociedad, emperrada en establecer una serie de puertos de montaña que debemos culminar en un orden lógico.
Nacer, crecer, estudiar, encontrar curro, arrejuntarse, tener hijos……todo eso no tiene ningún sentido, me contaba. Tengo que salir ahí fuera, adentrarme en el desorden, vivir los días de forma estacionaria. Comer cuando tienes hambre, dormir cuando se cierran tus párpados, andar cuando tu curiosidad y tus pies así te lo ordenen….Nos empeñamos todos los días y a todas horas en dotar a nuestra vida de rigor militar, nos sentamos en el mismo asiento trasero del bus, fumamos en áreas habilitadas para ello, comemos fruta y Kellogs Special K para conseguir esa maldita regularidad, y vivir. Es todo menos estable.¿ El curro?, ganas un pastizal y tal como están las cosas… al infierno con ello. Aguantar el tirón, para qué, si me encuentro en las antípodas de mí misma.

Llegado el momento necesitamos sumergirnos en el desorden para encontrar la manera de seguir cargando la cabeza sobre los hombros. Una mochila con un poco de ropa, un billete de avión a cualquier parte y la sensación de miedo como único pasaporte hacia la incertidumbre, que te muestra , la mayor parte de las veces ,hacia donde dirigirte. Nos alejamos de una vida fraccionada para adentrarnos en un viaje que se ciñe también a un guión con un planteamiento, un nudo y un desenlace saliendo al paso. Sin embargo, el olor a libertad es tan grande que pasarán completamente desapercibidos. Como una ligera brisa.

No vamos a ningún lugar en particular, tan sólo huimos hacia ninguna parte. Porque ninguna parte también es algún sitio y un sitio en el que merece la pena sentarse, respirar hondo, hundir los pies en la arena y disfrutar de una puesta de sol sólo para nosotros.

Rifles de ánima rayada

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Sigo tratando de encontrar canciones perdidas en lugares todavía más recónditos, que me permitan de una vez por todas salir a la superficie y poder respirar. En el camino me voy topando con enormes músicos, tipos que me hacen pensar en aquellas pelis de Sergio Leone con una salvedad, el guión no tiene lugar en los eriales murcianos y los sombreros de cowboy son reemplazados por boinas a rosca o Stetson a 150 euros la unidad.

Son cañoneros, pistoleros a sueldo, forajidos que andan detrás de la próxima cabeza a la que pusieron precio y PUM!!, disparan sus instrumentos sin que les tiemble el pulso. Me asombra comprobar cómo algunos son rifles de ánima lisa, escupiendo balas que rotan aleatoriamente y de cortos vuelos, cuyas vidas parecen estar en el filo de la navaja. Son del tipo, “éste acabará fatal”, pero cuentan con tal leyenda e historial que se convierten en referencia a la hora de ponerse los guantes y salir a tumbar la próxima canción. En la otra esquina, los rifles de ánima rayada, llegan más lejos, los proyectiles son mucho más estables y poseen un sentido de rotación determinado que les permite rasgar el centro de la diana. Son del tipo, “este es un hombre de negocios no un artista”, son respetados por la “Cuenta de Pérdidas y Ganancias” y se cubren de todo menos de gloria.

A pesar de las diferencias, que se hacen más patentes después de la medianoche, los dos necesitan de ese hombre llamado “Ninguno”, una suerte ángel protector rubio y con ojos azules que les concede el tiempo necesario para seguir trotando con el sol a las espaldas y la posibilidad de enterrar su pasado bajo toneladas de música.

“Sea un grano de arena o una roca, en el agua se hunden de igual manera” , sacado de la película Old Boy. Obligatorio verla.

Hoy el mundo es un poco menos ruidoso

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Hace 25 años un actor de Segunda B llamado Ronald Reagan quiso dar la nota anunciando “de broma” un ataque nuclear sobre la URSS. Curiosa manera de hacer ruido pero nada comparable al volumen de la noticia macabra del día: el Reverendo del Rock, Les Paul, ha muerto.

Para los neófitos musicales no deja de ser una anécdota, un anciano menos, un número más, sin embargo para aquellos que respiran el rock y creen en ÉL, es un duro golpe, tan duro como un garrotazo de Tyson en la boca del estómago. Este tipo, él solito, se encargo de inventar la Reverb, el multipistas y el estandarte de la música del diablo, la Gibson Les Paul.

España
se divide en dos, una España que sufre y otra que se calla. Los guitarristas, entre los seguidores de la Gibson Les Paul o la Fender Stratocaster. O quieres sonar como Slash o Jimmy Page o engrosas las filas de Rory Gallagher o Steve Ray Vaughan. Entre medias, la nada persiguiendo a Atreyu.

La mayoría de los músicos son considerados como tipos que pierden el tiempo, pequeños “delincuentes” artísticos obsesionados con la estúpida idea de crear mejores canciones y hacer mejores solos. Para que eso se produzca es siempre justo y necesario que otras personas pongan a su servicio las armas con las que tomar la Bastilla. Les Paul inventó un arsenal de juguetitos sin los cuales nos sería difícil entender el rock. Por su culpa, cuando yo era un adolescente y rompía mis huesos contra el asfalto, exigía al traumatólogo que la escayola estuviera siempre en ángulo de 45 grados, para de esta forma poder seguir tocando la guitarra.
Esta noche, el mundo es un lugar mucho menos ruidoso porque él ya no está aquí. “For those about to rock, we salute you”.

“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Toni Machado

Rock en la pista del pueblo

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Tras dos días y una noche y media, 4 conciertos, tantos partidos de tenis en el Open Castilla y León del Espinar, 40 botellines y 15300 euros de premio para en el efebo griego ganador de esta edición, tengo a Willie Deville y cinco cosas más en mi caja craneal.

La primera: ¡demonios! como calienta el sol del siglo 21. Ni siquiera con cemento factor 50 uno se libra de parecerse a un turista accidental tras un par de horas de exposición.

Segunda: que bien sienta tocar en una pista central congestionada como un vagón de Tokio.

Tercera: “ hats off” a la organización y al público de este torneo por conseguir que los músicos se sientan como verdaderos “entertainers” y no como petimetres sometidos al yugo de los deseos del pagador. Qué aprendan algunos “rebollanos”…..

2x2: observar los movimientos de cabeza de los espectadores, en busca de una pelota que corre a 150 km por hora de izquierda derecha y todo gestionado por un juez en las alturas resulta muy práctico para pensar en nuestra especie humana. Millones y millones de criaturas atrapadas en un cubículo cerrado que siguen las pautas y el ritmo de lo pactado por aquellos que se encuentran en la cima de la pirámide. Seres que dictan cuando abrir la boca y cuando guardar silencio y que toman las decisiones pertenecientes a la colectividad de manera despótica y autónoma, sacando de la pista a aquellos que actúan como el viejo John McEnroe.

Quinta y no por último menos importante, Feliciano López está como un toro…Dios, creo que me ha dado demasiado el sol en la cabeza.

" Pero llega un momento en que se torna principal obstáculo para la victoria este hábito de considerar más poderoso al adversario " León Trotsky

La sombra de un sueño

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Así que es cierto. No se trataba de la típica conversación de urinario en la que dos tipos absolutamente borrachos intentan llegar a comunicarse. Precisamente uno de esos dos era yo.

Del uno tengo un vago recuerdo pero el otro quedó grabado en mis pocas neuronas ilesas: el alcalde de New York está dispuesto a enterrar bajo el cemento el parque de atracciones de Coney Island, monumento cinematográfico de la ciudad donde los edificios tocan el cielo y la gente se viene abajo.
No pierdo la esperanza y seguramente podremos disfrutar de otro rascacielos más en ese lugar, añadiéndolo a la larga lista de cadáveres costeros a los que tan aficionados somos en este país con forma de cabeza. ¡¡España!!
Un segundo más tarde una visión más aterradora se aparcó en doble fila en mi cabeza. Apuntar con el coche hacia el horizonte y observar con una distancia prudencial el perfil de Benidorm, pueblecito costero de lo más “cuco” que se ha visto sometido al yugo de los billetes y la ambición elevada más allá de las nubes. Sin salir de los límites segovianos encontraríamos su némesis regional en ese cementerio inmobiliario del Upper East Side del Pontón Alto o esas maravillosas “obras de arte”, luminosas como luciérnagas cibernéticas con el Acueducto como attrezzo.. .Suma y sigue.
Parece ser que la ambición en forma de cemento no tiene límites y no sólo eso sino que convierte a sus abanderados en modelos a seguir. El hecho de pensar que mi máxima aspiración es escribir ENORMES canciones en playas particulares me convierte en un iluso con los bolsillos vacios, el corazón como las cosas tontas y los pies llenos de arena.

“La ambición en sí no es más que la sombra de un sueño" William Shakespeare