Hace años que vengo practicando patológicamente un ejercicio de nostalgia con consecuencias demoledoras. Es simple. Guardo la mayor parte de e-mails en una carpeta y los voy acumulando durante varios otoños. En el momento en que el servidor comienza a estar tan gordo como Mo’nique, me instalo confortablemente en mi silla, respiro hondo y me lanzo como un kamikaze a remover las aguas del pasado.
Se trata de cosas que se suponían olvidadas, guardadas en cajas llenas de polvo, pero cuando las lees te lanzan golpes duros y a la encía, cuando no al corazón.
Ahí está Raquel, una americana de ojos azules y labios más rojos que las cerezas, que prometió volver a verme al regresar de Moscú. Nunca lo hizo y yo la esperé durante días hasta que la memoria se encargó de enviarla al Gulag del olvido.
Puedo prometer y prometo que no había pensado en ella desde hacía mucho tiempo. El único vínculo entre los dos se reducía a los discos de Bob Dylan, en el que me inició en esa época, y para ser sincero, de no haber abierto ese e-mail furtivo, ahora estaría hablando de mi incapacidad para encontrar un productor para mi próximo disco.
Pero no. Lo hice y todavía tengo los carrillos colorados después de leer esas líneas donde la necesidad de volver a verme se acostaba con la pérdida de los vuelos de vuelta a casa.
El olvido no ha podido con esta historia y en mi cabeza se arremolinan imágenes de Leonard en Memento y su necesidad de tatuarse el pasado en todo el cuerpo.
Es cierto que el pasado deja marcas visibles en nosotros pero muchas de ellas se perdieron en algún rincón de nuestra memoria. Nos olvidamos de cosas buenas y malas, pero cuando las recordamos están tan frescas como el pescado recién llegado a Merca-Madrid.
Raquel está hoy tatuada en mi cabeza y mañana por la mañana, cuando me mire al espejo, habrá desaparecido de nuevo y estoy seguro de que para ella ya no seré ni siquiera un recuerdo, ni siquiera un e-mail, ni siquiera el Spanish boots of Spanish Leather.
“ No sé como voy a cicatrizar si no siento el paso del tiempo” Memento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario