Una habitaciòn vacia

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Me dijo que tenía que marcharse por culpa de una urgencia en el hospital. Era una noche especial para ella y su chico, que desde hacía tiempo llevaban muy mal lo de vivir a cientos de kilómetros de distancia. Era la noche perfecta.
Hotelazo con vistas en el centro de Madrid, restos de Moët & Chandon en las copas y varias horas por delante para olvidarse del mundanal ruido.
Las enfermeras no podemos decir que no dijo entre dientes mientras firmaba la factura de 3 dígitos. No quiero que pague él mañana por la mañana. Una pena.

Ahí quedó. Otro ser humano más al que la responsabilidad laboral le saca un cuerpo de ventaja a la relación sentimental.
45 minutos después reaparecía por la puerta. Gotas de sudor en su frente debido al carrerón de vuelta desde el hospital. Había conseguido cambiar el turno con una compañera y ahora si que podría exprimir la noche en brazos de su hombre.
Desparece rápidamente en dirección a su habitación. Tan rápido como salió de mi vista vuelve a reaparecer como en un número de magia. La sonrisa que desbordaba su cara al atravesar la puerta giratoria ha desaparecido. Está absolutamente rota.
-Se ha ido, no está en la habitación. No contesta a mis llamadas. Ha apagado el maldito móvil. ¿Cómo es posible?

Tuve ganas de decirle que entonces no merecía la pena luchar por ello, que no se preocupara, que las personas se encabronan sin razón, que es difícil sobrellevar una relación en la que el otro está sujeto a los caprichos de horarios locos, que quizás habría salido a por tabaco, que.....Nada salió de mi boca.
Recogió su enorme decepción y arrastrándola `por el suelo despareció del hotel, dejando un reguero de lágrimas en su camino. Otro corazón roto en la ciudad.

“Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacíaGabriel García Márquez

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