Le llaman Rufus

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Llevaba tiempo buscándolo. Removí Roma con Las Vegas y miré debajo de la cama si por una casualidad allí aparecía. Pero, como cuando llega el amor, lo encontré en un teatro con aroma a circo. Le llaman Rufus y le apellidan con el impronunciable Wainwright. Es músico y el miércoles si hizo acompañar por un piano de cola y un largo vestido que recordaba a la bruja mala de la Bella Durmiente.

Ahí estaba él, con los ojos cerrados y solicitando que nos guardáramos las palmas de las manos en los bolsillos entre canción y canción, por aquello de no romper la magia.
Madre mía, otra vez un tipo que se toma demasiado en serio- pensaba mientras me recostaba en mi potro de tortura y apoyaba mi cabeza sobre el respaldo del vecino de enfrente.
Fueron 30 minutos de silencio roto por sus canciones y el color negro del escenario. No hubo gestos, ni el mínimo contacto con su audiencia. Tocaba para él y nadie más.
Llegó el fin de la primera parte. Una cerveza a medias y sonaba la campana que daba inicio al segundo pase.
En el escenario, Rufus, pero distinto del que acabábamos de ver tocado con plumas.. Ahora sonreía, contaba historias, se equivocaba, se acordaba de su madre, fallecida apenas unos meses. Tocaba para todos y cada uno de nosotros. Era humano, frágil, simpático, espontáneo, en las antípodas del primer Rufus.
Fue ahí cuando me di cuenta del hallazgo. Era la primera vez que veía dos caras de un mismo músico tan opuestas y a la vez tan complementarias. Dos caras que pueden ser dos caretas pero al mismo tiempo tan reales como la que tiene cuando se toma la última en algún bar de la 5ª Avenida de NY.

Todos tenemos muchas caras, dependiendo del segundo en el que estemos, pero pocos somos capaces de mostrarlas públicamente y convencer a todos de que lo que allí ha pasado a sido algo real. De nosotros depende.

Un viejo estaba hablando con su nieto. Le decía:
- "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión".
El nieto preguntó:"Abuelo, dime, Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?. El abuelo contestó:-Aquel que yo alimente"
Proverbio Indio

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