EL eterno retorno

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23 años y una historia similar separan y unen estas dos fotos. El alma del Boss fue robada a la salida de un concierto con la E Street Band, en un periodo en el que éste fue condenado legalmente a no poder grabar y a tocar compulsivamente para no morir en el intento. Ya en el 76, su eterno secuaz Little Steven le cubría las espaldas en todos sus shows y en esta foto hace lo propio. A la derecha del padre, los afortunados que esperan la salida del último gran icono americano, entonces un tipo con pinta de camionero adolescente.

23 años más tarde la imagen se repite, cambiando las calles de Nueva York por las de Madrid. Ahora es el Vanity Fer quien desafía a la cámara con su pose de Jesucristo agitanado. La misma mirada, la misma intensidad y el mismo cuero negro protegiéndole del invierno de la Gran Vía. A su diestra, Rat y su cara de galán forzado y algo tocado tras haber expiado sus demonios en uno de sus últimos conciertos en la capital.
Completa el flashazo un diamante pulido y borracho de talento y generosidad llamado Pablo y una puta rumana con cara de iros al infierno.

23 años son muchos y al mismo tiempo son nada. Seguimos teniendo la suerte de salir a al calor de la noche tras un concierto y seguir desafiando al destino todos los días en busca de aquello que más deseamos. Da lo mismo que todo esté en nuestra contra y que sólo contemos con la ayuda de un puñado de amigos dispuestos a hacer cualquier cosa por unas cervezas y un pincho de tortilla. Mientras haya fuego en la mirada de alguno seremos capaces de repetir esta fotografía cada cierto tiempo.
El final será distinto y otros actores interpretarán a los personajes pero la historia será la misma día tras día, año tras año, repitiéndose en un eterno retorno.


"Evidentemente, la vida es un largo proceso de deterioro"
F. S. Fitzgerald

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