C rónicas de Yuma Vol. 4

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Europa Vs. USA
Sal y Dean encontraron aquella tarde lo que vinieron a buscar. Jovencitas de largas piernas y dientes que deslumbran como luces de neón, comida basura por apenas un par de dólares y a Luis Vázquez, ahora doctor en la prestigiosa universidad de Georgia. Para todos aquellos que no se dejen seducir por el “dirty south” el hecho de estar en una ciudad así, por llamarla de algún modo, supondría una pérdida de tiempo y un lugar a ser evitado como una mina terrestre.
Dean se había encargado de desmitificar el modo de vida de este país, censurando su doble moral y ese capitalismo atroz que mete mano a todos y cada uno de los aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo Sal se propuso dejarse fascinar por sus costumbres y mitificar hasta el simple hecho de comerse un helado en el Ben and Jerry’s de la esquina. Vale, es lo mismo pero aquí sabe mejor.
A las ocho se asearon en casa del doctor Vázquez. Dean iba con su modelito exclusivo de Adolfo Domínguez, a base de tejidos vaporosos y tonos ocres, mientras que su cómplice vestía unos pantalones que marcaban las venas de sus piernas y una camiseta de Johnny Cash, en homenaje al más grande hombre de negro. -Hoy la noche será mía, pensaba para sus adentros.
Nada mejor que dirigirse al “downtown” de la ciudad, mostrar sus resplandecientes culitos europeos y arrojar un poco de luz en el obscurantismo cultural que se respira en el país. Ahora Dean dejaba serlo y se convertía en Pablo y Sal, en un perfecto segoviano, se hacía llamar Paco.... Luis nunca dejó de serlo.
Entraron en un bar repleto de jovenzuelos recién salidos de “Salvados por la campana" y pidieron unas PBR bien fresquitas. Lo demás daba igual, porque la camiseta de Johnny Cash, siempre alabada en Europa, haría sus efectos. Cuestión de tiempo.
Pero nada ocurrió. Miradas de sorpresa, alguna que otra de incredulidad y absolutamente ningún interés por parte de los americanos hacia aquellos tipos 100% europeos.
¿Quieres drogas?, le ofreció a Paco un doble de 50 Cent sentado en una esquina. Nada más. Acabados los dólares que tenían en los bolsillos salieron a la pegajosa noche y pidieron un perrito en el puesto callejero. Esperaban en la cola cuando entablaron una conversación con un español exiliado voluntariamente en el país. - Tu camiseta de Johnny Cash mola un huevo – espetó, pero entre los jóvenes sureños es el equivalente a llevar una de Manolo Escobar o Rocío Jurado. Supongo que la gente habrá creído que erais latinos, pandilleros palurdos en busca de alguna jovencita que os facilite la “Green Card”. Touché.
Definitivamente en este planeta existen diferentes mundos a pesar de que nos empeñemos en todo lo contrario. Vámonos casa.

“El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas” Charles Dickens

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