Historia española XY

|
Recuerdo aquellos días en el colegio cuando, con apenas 11 años, salíamos al recreo con el viento y todo lo demás a nuestro favor. Yo era pequeño, fibroso y ágil como una lagartija y jugaba de portero porque era una buena manera de observar todo lo que ocurría. Siempre de espaldas a la portería.
A medida que me fui haciendo mas mayor cambié el fútbol, por el atletismo y éste por el baloncesto, y éste por el tenis y así en una sucesión de cambios que me llevaron a salir de juerga todos los viernes y los sábados y regresar a casa pensando en que merecía algo más que esas noches en blanco. Todo era fugaz, demasiado rápido como para poder realmente exprimir y sacar algo de jugo a toda actividad que cayera en mis manos. Caía y me levantaba de un brinco y enseguida mis ojos se posaban en cualquier otra cosa que se aparcara en el fondo de mi mente.

Con la guitarra, de repente, todo cambió. Lógicamente no lo sabía en aquel momento, pero ese verano lo único que hice fue regresar de la playa y con los granos de arena y el sabor a sal aún entre los labios, me lanzaba compulsivamente sobre ese pedazo de madera con 6 cuerdas que esperaba pacientemente en casa. Más tarde se sucederían más noches en vela, otras tantas mujeres y muchos días en los que aprendí a estar solo y sacarle partido al hecho de estarlo. Todavía no me daba cuenta que estaba renunciando a gran parte de las posibilidades que la vida me brindaba en ese momento.

La universidad, ganar dinero, conseguir colocarse lo ante posible y solucionarse la vida a nivel económico, eran los eslóganes que taladraban mi caja craneal a todas horas. Yo siempre me resistí, en busca de una mina de oro agotada, profunda y sin apenas luz, ayudado por una pequeña linterna sobre mi frente y llena de melodías de Bach, Dylan, Van Halen y Guns and Roses. A la salida de la misma, un montón de amigos cercanos y familiares se reían y me recomendaban que desistiera en el intento.

Nunca supe, hasta hace poco, que uno debe darse cuenta de las cosas en privado y poco importa lo que digan los demás. La vida está por encima de la música pero darse cuenta de ello está solamente al alcance de uno mismo. Aunque sea demasiado tarde y después de haber visto American History X.



“ Un hombre no es otra cosa que lo que hace de si mismo ” Jean Paul Sarte

0 comentarios: