¡ Si es que no puedo irme ni tres días seguidos de vacaciones sin que me llamen para preguntarme algo del curro!- me dijo mientras le daba los últimos bocados a su ensalada Cesar
-Todos los años igual, intento irme, dejarlo un rato, pensar en otras cosas, pero soy el único que conoce los secretos de este maldito negocio y tengo la sensación de que cuando no estoy aquí estoy haciendo algo malo y claro, regreso para echar un vistazo y poner las cosas en su sitio. De otra forma esto se caería.
-Si, claro- le dije, por decir algo- pero tu también tienes una vida fuera del curro, una vida que vale tanto o más que las jornadas que pasas aquí metido solucionando marrones.....
-Ya ves- me respondió mirando los azulejos del comedor – el problema es que sé demasiado y ya no me pueden contratar en otro puesto de menor categoría.
-Pues entonces búscate otra cosa- le dije estando seguro de su respuesta.
- Ya, pero me seguirán llamando incluso cuando no esté aquí porque tengo un compromiso que va más allá de una simple relación laboral, no sé, yo he creado parte de esta empresa, forma parte de mí.
- En ese caso- y cambié mi semblante para acompañarle en el sentimiento- tendrás que cargar con tu cruz y seguir viniendo aquí cada día, sabiendo que de vacaciones nanai. ¡ Qué le vamos a hacer !.
Se limpió los churretes de la cara, se ajustó el cinturón y suspiró mientras me decía adiós con una media sonrisa. Me quedé pensando en lo que acababa de pasar en ese comedor. Un tornado había entrado por la puerta y había soltado “uppercuts” a diestro y siniestro. Ninguno de los dos sangrábamos y no parecíamos tener la cara marcada. Me acordé de Randy Newman y su “ Texas girl at the funeral of her father ” y desee estar lejos, muy lejos de aquí, sólo, y al igual que aquella chiquilla, navegando mientras el sol se pone en el horizonte.
“ Canta una canción triste para mí, para el marinero a miles de kilómetros del mar”. Randy Newman
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